UNA PEQUEÑA APORTACIÓN DESDE MI HUMILDE EXPERIENCIA, SOBRE COMO SE PUEDEN INTENTAR SOLUCIONAR LOS PEQUEÑOS PROBLEMAS DIARIOS QUE SE PRODUCEN EN LAS ESCUELAS.
elpaquez@gmail.com

lunes, 16 de mayo de 2016

¿Y SI ORGANIZAMOS VISITAS A LAS AULAS DE OTROS COMPAÑEROS/AS COMO FORMACIÓN?

La formación de los maestros/as viene marcada casi siempre por parámetros teóricos. Cuando acudimos a un curso de formación, o asistimos a un seminario, normalmente nos ilustran desde concepciones teóricas y situaciones adaptadas a la teoría que nos van a mostrar. Algunas veces, se nos habla desde la experiencia real del docente que está actuando como formador de formadores, pero no suele ser lo habitual, la más general es que se haga referencia a las experiencias que un tercer docente ha plasmado en algún texto pedagógico.
No digo que todo esto esté mal, todo lo contrario, lo más normal es que acabemos encontrando algún medio de imbricar estas teorías en nuestro desarrollo didáctico y podamos adaptarlas para implementarlas en nuestras aulas con mayor o menor éxito. Pero dependemos mucho de nuestra capacidad de imaginación didáctica, y sin embargo, tenemos a nuestro lado a unos grandes formadores en los que nunca solemos recaer a la hora de planificar nuestra formación, nuestros compañeros/as de centro.
En nuestro país no tenemos cultura de aulas abiertas, todo lo contrario. Habitualmente  nos sentimos cohibidos si otro docente entra en nuestra aula y nos observa en pleno proceso educativo. Es más,  cuesta hacer entender a los compañeros/as la importancia de realizar los apoyos dentro del aula, por el incremento de la eficacia que supone. Cuando se plantea, surgen voces que abogan por la necesidad de separar al grupo físicamente y se apela a los distintos momentos curriculares. Es cierto, los libros de texto no contemplan estas situaciones, y supone un terremoto en nuestros esquemas educativos.
Sin embargo, no hay nada más enriquecedor para poder superar las dificultades que nos plantea un determinado grupo, que ver en acción a otro compañero/a con esa misma problemática y esos mismos alumnos/as. Si alguien es capaz de superar algunas circunstancias con una determinada metodología, los demás podrán adaptarlo a la hora de impartir su currículo y no quiero decir nada si además se está trabajando por proyectos.
En esta situación, la adaptación es mucho más fácil, ya no hay que considerar lo que me cuentan en un grupo de formación y remodelarlo para mi situación particular, aquí coinciden.
Muchas veces creemos que no tenemos nada que mostrar a los demás, que nuestra labor es muy normal y poco innovadora, nada más lejos de la realidad. El desarrollo  de mi trabajo profesional está lleno de matices que son muy aprovechables por el resto de mis compañeros/as, yo no les doy importancia porque son algo habitual en mi método de trabajo, pero para los demás pueden ser fuente y motor de arranque de multitud estrategias que pueden implementarse en su desarrollo didáctico diario.
Cuando entro en una clase, el grupo me canta una cancioncilla que tenemos preparada, que dice "Buenos días D. Francisco, bueno días tenga usted, aquí estamos todos juntos para ampliar nuestro saber" y yo contesto "Para ampliar nuestro saber".  Esta pequeña estrategia me sirve para empezar a captar la atención de los alumnos/as y para que ellos/as se sitúen en el momento en el que estamos, que es el comienzo de una nueva actividad. Los compañeros, cuando lo ven por primera vez, se quedan sorprendidos/as, cuando luego les explico el motivo de la canción, reflexionan sobre nuevas estrategias que sirvan de arranque de su actividad.
Por eso me parece muy importante el poder tener unos momentos a la semana para poder entrar a ver el desarrollo de las clases de otros compañeros/as, es una fuente de formación que no hemos explorado y que sin embargo me parece de una riqueza tremenda. Es fácil de organizar, barata y útil. A veces tenemos rosas en nuestro jardín y no les damos su verdadero valor.




No hay comentarios:

Publicar un comentario