UNA PEQUEÑA APORTACIÓN DESDE MI HUMILDE EXPERIENCIA, SOBRE COMO SE PUEDEN INTENTAR SOLUCIONAR LOS PEQUEÑOS PROBLEMAS DIARIOS QUE SE PRODUCEN EN LAS ESCUELAS.
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miércoles, 21 de diciembre de 2016

LA EVALUACIÓN, LA CALIFICACIÓN Y LAS MENTIRAS QUE ENCIERRAN

Acaba el trimestre y llega el momento de las calificaciones, para mí es un tiempo de desesperación. Desesperación no por los estándares que hay que evaluar, ni por las competencias que debemos calificar, ni mucho menos, todo lo contrario. Desesperación porque es el momento en el más claramente se comprueba lo poco que hemos avanzado, y no me refiero a los niños/as precisamente. Es ahora, cuando los maestros/as, por no haber conseguido avanzar en el desarrollo del proceso educativo, volvemos a lo de siempre, al "SIEMPRE SE HA HECHO ASÍ" y entregamos a las familias un boletín de calificación donde solo se refleja la cantidad de contenidos que los alumnos han asimilado. ¿Pero no íbamos a darle un giro a  todo el proceso para conseguir un aprendizaje más individualizado y más metacognitivo? ¿Pero no iba toda la formación que recibimos hacia este punto, alejándose de la tradicional valoración por contenidos aprendidos? Sin duda alguna sí, pero muchas veces, parece que ese sí lo ponemos en nuestra boca por quedar bien entre los compañeros "innovadores", sin embargo, hemos modificado poco nuestra metodología cuando reflejamos los resultados del proceso en un triste boletín donde se reflejan las áreas tan solo. Y lo peor es, que lo hacemos escudándonos en que nos lo permite la normativa, puesto que hasta final de curso no es prescriptivo calificar por competencias, o lo que es peor,  asumiendo como válido el razonamiento de que en la mayoría de los colegios se sigue haciendo así. La verdad es que es muy triste.
Ya sé que se puede argumentar que solo se trata de calificaciones, que es lo menos determinante en el proceso de la evaluación. No lo niego. yo también pienso así, pero lo cierto es que después de trabajar todo el trimestre a través de un proyecto, enfocando todas las tareas de forma competencial, me veo obligado a reflejar los resultados obtenidos desde un enfoque en el que yo no he participado y en el que no creo, y lo que es peor, es que disponiendo de esas calificaciones competenciales, que me parecen más reales que las que ofrezco a las familias, no puedo compartirlas con las mismas, a pesar de que reflejan mejor la evolución del aprendizaje de sus hijos/as porque ese compromiso no se ha hecho real por la mayoría de la comunidad educativa, a pesar de que a todos/as se nos llena la boca cuando hablamos de innovación. No me refiero a un centro en concreto, este razonamiento es válido para la inmensa mayoría de colegios y centros de E. Secundaria.
Después de muchas horas de reflexión sobre el tema, creo que lo mejor sería simplificar la calificación a si el alumno es  o no es competente. Es más, eliminaría la mayoría de las competencias evaluables para dejarlas en una  o dos. Cuando analizas las calificaciones de los niños desde las competencias, no hay diferencias entre las obtenidas en las mismas, a diferencia de las notas de área, donde las filias-fobias hacia la materia estudiada o hacia el mismo docente pueden causar notables diferencias. Si lo que observamos es la capacidad de los niños/as hacia el aprendizaje, nos daremos cuenta que los alumnos/as suelen ser más o menos competentes de forma global, pero eso lo analizaremos en otra entrada. Lo que debemos tener claro los docentes, es que en las calificaciones no estamos evaluando los resultados de los alumnos de forma exclusiva. Estas calificaciones deben servirnos como expresión de la evaluación de todo el proceso de aprendizaje, y especialmente, de la práctica docente. Debería ser nuestra cuenta de resultados. Un carnicero tiene fácil realizar esta labor, tan solo debe hacer una valoración de la caja obtenida para valorar su trabajo, si sus beneficios crecen, la misma será positiva, si no es así, deberá realizar un análisis para mejorar lo que no funciona adecuadamente. Los maestros/as no nos lo solemos plantear, no tenemos muchas más referencias y NO NOS IMPORTA, aquí radica mi preocupación sobre el tema. Si calificamos por áreas, podemos descargar en los alumnos/as y su falta de interés unos malos resultados. Si lo que evaluamos son las competencias, y las calificamos desde una reflexión profesional y sistematizada, no nos va a resultar tan fácil dejar de asumir la responsabilidad, para lo bueno y para lo malo, de los resultados del proceso.
Por eso, cuando decidimos seguir calificando por áreas, lo que estamos diciendo, es que podemos hablar de elementos innovadores, de nuevas metodologías, pero en el fondo, no estamos dispuestos a cambiar en exceso. Si ya hemos operado ese cambio, querremos reflejarlo en nuestra cuenta de resultados, aunque sean negativos, puesto que no hay mejor elemento de evaluación que nos obligue a los reajustes metodológicos que sean necesarios. Si no es así intentaré tapar las carencias, y más si he presumido de lo contrario. Es por esta razón por lo que me parece tan relevante entregar un tipo de calificación y no otra. Lo importante es lo que se encierra detrás del hecho, que no deja de ser un inmovilismo metodológico.

Puedo tener fama de ser un gran explorador, pero debo demostrarlo cuando me embarco en una aventura, la competencia no se demuestra contando lo que puedo hacer, se demuestra haciéndolo.



IMAGEN ALBA LAMUELA

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