Trabajo en un colegio con unas características muy singulares,
junto a alumnos que desarrollan brillantemente el currículo British Council,
con un nivel alto de competencia en comunicación en lengua inglesa,
tenemos un sector numeroso de alumnos/as que pertenecen a minorías socialmente
desfavorecidas, con necesidad de compensación educativa. De momento, mientras
la matrícula no nos desvíe hacia uno de los dos polos, la realidad es que
desarrollamos una curva de Gauss, en cuanto a los resultados académicos se
refiere, completamente invertida, con los extremos muy altos y con la parte
central bastante baja. Esto dificulta nuestro trabajo, puesto que no podemos
centrarnos en una realidad, y tenemos que atender una situación dual. Para ello, hemos adoptado medidas imaginativas y singulares, que he ido explicado desde
esta plataforma, que no siempre encuentran acomodo en las estructuras que pide
la Administración, pero que han obtenido resultados satisfactorios.
Consecuencias
colaterales de esta circunstancia hay muchas. Una de ellas es la repetición
numerosa de alumnos/as en cursos bajos, intentando acortar en la medida de lo
posible, la distancia curricular entre unos alumnos/as y otros. Pensamos que si
tomamos estas medidas extraordinarias, antes de que se produzca un abismo
competencial, los niños/as que se quedan rezagados, pueden reengancharse con
menos dificultades al desarrollo del currículo. Pero ante una matrícula
numerosa de población socialmente desfavorecida, es de lógica que el número de
repetidores sea muy alto, sobre todo proporcionalmente al número de alumnos/as
matriculados en el colegio.
Esta semana hemos
recibido un aviso del Servicio de Inspección alertándonos de que les parecía
muy alta la previsión de repetidores para segundo curso de E. Primaria,
teniendo la sospecha de que forzábamos algún caso, con el objetivo de ganar una
vía para ese nivel de cara al curso que viene. La realidad es que nuestro
inspector de referencia nos indicó que hacía la llamada por obligación, atendiendo la solicitud de instancias superiores. Da igual, lo que demuestra es
que los responsables administrativos no han tenido en cuenta la singularidad de
nuestro colegio, no han tenido en cuenta que la previsión de alumnos/as repetidores
en los cursos altos es cero, puesto que se ha tomado la medida al comienzo de
la etapa, que es cuando creemos que puede ser más efectiva. No han tenido en
cuenta la particularidad de los datos de resultados del colegio, que he explicado
antes, en fin que no han analizado nuestra situación particular, simplemente
han tomado una tabla de datos general, y han aplicado la misma medida para todo
el mundo, el mal de siempre.
No se pueden
solucionar los problemas reales del sistema educativo con medidas de carácter
generalista, aquí radica el problema, que no hay cercanía a la realidad, y sin
realismo no hay efectividad, solo buena voluntad. Mientras no se flexibilice la
normativa, para tener en cuenta las realidades particulares, no tendremos una
igualdad de oportunidades real. Un padre ayuda a todos sus hijos, más a quien
más lo necesita, y no por ello es peor padre para el resto de los hijos, que por suerte para
ellos, están menos necesitados. No pasa nada si es necesario aumentar el cuerpo
de inspectores para tener una idea más concreta de los centros que pone a
disposición de la ciudadanía la Administración educativa. Lo fácil es, desde
esa miopía, que a veces es interesada, dotar a todo el mundo de la misma
manera. Con esta concepción de la realidad lo que se favorece es la aparición
de "guetos" escolares. Y desde luego, es más costoso solucionarlo a
futuro, cuando el mal ya está hecho.
Los colegios no
deben sentir que la Administración piensa que se le quiere engañar ¡Qué
ridiculez! No hay en ningún caso intereses personales, si un equipo directivo
propone una medida es siempre por el bien de los alumnos/as, si se propone un
desdoble de una vía, no es por evitar la movilidad de un compañero/a, es
siempre por la mejoría en la atención a los niños/as. Plantear a colegios con
una escolarización complicada, una ratio de 25+2, solo porque lo dice la
rejilla de matriculación, es una barbaridad, y los últimos paganos son los
alumnos/as. Mensajes como "con tan pocos alumnos/as ese maestro está muy
cómodo" en lugar de, "esos niños con quince alumnos por clase estarán
muy bien atendidos" hacen mucho daño al sistema, más si se escuchan a
responsables del mismo. No entender que a veces es más fácil atender a
veinticinco alumnos/as que a quince, según la tipología de los mismos, es vivir
en un mundo irreal. Solo con el conocimiento individualizado de las situaciones
podremos llegar a una mejora real. Además, es cuestión de querer hacerlo.
Hasta que no nos acercamos bien, no sabemos si una persona que está parada en
una esquina está esperando a alguien o está pidiendo una ayuda.
PD. Justo al acabar de escribir esta entrada, recibí un mensaje desde la consejería de educación. Me explicaban que habían leído y reflexionado sobre un post anterior, en el que se proponía la discriminación positiva de algunos centros. Me expusieron que había problemas políticos y judiciales para llevarlo a cabo, aunque les parecía una idea positiva. Lo habían intentado, pero que no todos los grupos parlamentarios estaban de acuerdo, y que por lo tanto, de momento, era inviable. Es bueno que desde las altas jerarquías se escuchen las reflexiones de los maestros de a pie, ahora solo falta que los mandos intermedios también lo hagan, y que se atrevan a tomar decisiones comprometidas, atendiendo más a su buen juicio que a la rigidez normativa.
IMAGEN ALBA LAMUELA
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