UNA PEQUEÑA APORTACIÓN DESDE MI HUMILDE EXPERIENCIA, SOBRE COMO SE PUEDEN INTENTAR SOLUCIONAR LOS PEQUEÑOS PROBLEMAS DIARIOS QUE SE PRODUCEN EN LAS ESCUELAS.
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domingo, 14 de mayo de 2017

¿COMPETENCIA O CAPACIDAD COMPETENCIAL?

Si enfocamos nuestro trabajo desde la organización tradicional de áreas y adquisición de contenidos, no tendremos excesiva dificultad a la hora de la calificación de los alumnos/as. Quiero reseñar que no me estoy refiriendo a la evaluación, sino a la pura y dura calificación. Si el niño/a tiene los contenidos adquiridos, pues obtiene calificación positiva, y si no lo ha hecho, la calificación es negativa, y así tenemos resuelto el problema. 
Sin embargo, no tendremos las mismas facilidades si nos planteamos una evaluación por competencias. Deberíamos distinguir entre dos conceptos diferentes. Por un lado la capacidad competencial de los alumnos/as, y por otro, la adquisición de dicha competencia, evaluada a través de la realización de las tareas competenciales que se propongan por parte del docente.  
En el supuesto de una evaluación sobre la adquisición de los contenidos, el maestro no se suele plantear la responsabilidad del fracaso, si un alumno no los adquiere, surgirán dos alternativas, o el niño/a no es capaz, o es indolente en la capacidad de trabajo.
Pero si nuestro punto de referencia es la competencia, deberemos plantearnos si los alumnos/as tienen capacidad competencial, si la tienen y nos son capaces de realizar las tareas, se deberá, seguramente, al planteamiento de las mismas por parte del docente. Es desde este punto, desde donde podemos hablar de inteligencias múltiples y de todas las teorías pedagógicas que están en boga últimamente. Pero sin duda alguna la capacidad competencial es muy difícil de calificar, podremos hacerlo sobre la realización de las tareas competenciales que se lleven a cabo, pero no sobre las posibilidades de los niños/as, aunque se puedan intuir en las habilidades demostradas por los mismos, a la hora de plantear la resolución de dichas tareas.
En el trabajo con niños de compensación educativa solemos encontrarnos con esta paradoja. Son alumnos con un gran potencial, una gran capacidad competencial, y sin embargo, suelen tener unos resultados escolares muy negativos. Podemos pensar que el ambiente social y familiar en el que se mueven les condiciona y no favorece en absoluto su progresión escolar, y tendremos razón al afirmarlo así, pero también es cierto que si realizamos un giro en el planteamiento del proceso educativo al que les hacemos enfrentarse, seremos capaces de poder sacar todo el jugo a las posibilidades que ellos son capaces de ofrecer. Ciertamente el sistema, con la miopía que supone la calificación por áreas en las etapas obligatorias, no ayuda al docente a plantear el cambio metodológico necesario para llevar esto a buen puerto; pero si se quiere, se puede. Consiste en calificar las áreas desde las competencias y no al revés, que es la forma a la que nos han acostumbrado, y sin un proceso de reflexión, creemos única. Puede parecer complicado, pero no lo es en absoluto. Depende de la forma desde la que programamos nuestras tareas y de que tengamos claras nuestras prioridades docentes, dónde queremos llegar y qué queremos conseguir. 

Yo al menos lo tengo claro, si veo a un alumno/a con una alta capacidad competencial, modificaré mi sistema de trabajo las veces que haga falta, para poder transformar esa capacidad en competencia real. Además,  es mucho más fácil de lo que parece. La motivación viene dada con la cercanía de las tareas a los centros de interés de los alumnos, y se consigue con una evaluación previa de la situación en la que nos encontramos, y una individualización y adaptación de nuestro proceso a dicha realidad. Tan fácil y tan lejano a la vez, solamente debemos alejarnos de los paradigmas educativos  en los que nos quieren envolver.


IMAGEN ALBA LAMUELA

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